‘SELECTIVADAD’. Negarse a abrir nuevas puertas.

Publicado en por José Augusto Salatino Indelicato

(Jobisjob.co.uk, 2014)
(Jobisjob.co.uk, 2014)

Esta es una especie de prolongación al artículo de los gustos que publiqué. Me doy cuenta que tal como yo entiendo estos dos conceptos (los ‘gustos’ y la ‘selectividad’) están relacionados, sino llegan a hablar prácticamente de lo mismo. Por un lado tenemos la teoría de que los gustos son la consecuencia de las costumbres; y al centrarme más en analizar el por qué de la diferencia entre los gustos culinarios de las personas, llegué al concepto de ‘selectividad’.

Para entender qué es lo que yo llamo ‘selectividad’, voy a poner una idea muy sencilla al punto de ser sencillamente estúpida: ¡Yo no como verde! o ¡Yo no como pescado! La persona que larga una frase de este estilo, es esa que no se ha parado a pensar del porque está asegurando eso. La verdad es que por lo general este tipo de frases son un sin sentido, porque sí puede haber una razón justificada, como puede ser por razones de salud o religión o para evitar sufrimiento a otros animales, etc. Pero, así sin más, entiéndelo desde la literalidad, ¿cómo una persona puede decir que no come cierto tipo de alimentos? ¿Qué pasa, que esa persona es especial, y sus ‘gustos’ hacen que su organismo sea anormal y no tolere ciertas comidas? O ¿quizá se refiere a que no conoce ese tipo de alimento lo suficiente como para que le pueda gustar? Ya lo explicaba en uno de mis primeros artículos que escribí en este blog, para disfrutar de algo hay que aprender a disfrutarlo permitiéndose conocerlo.

Yo entiendo que este tipo de afirmaciones negativas hacia las cosas, o hacia la comida ponemos el caso, a mi parecer son de alguna manera excluyentes si están basadas únicamente en lo que llamo ‘gustos’, o mejor dicho ‘costumbres’, en el sentido de que no tienen una razón que las justifiquen. De este tipo de frases excluyentes que clasifican las cosas de forma tan determinante, consigo entender que es consecuencia de nunca haber tenido la intención de acostumbrarse a comer ese tipo de alimento, o tan siquiera probarlo. Por lo tanto, observo que es cuestión de comodidad personal, y no querer experimentar lo extraño, porque ya tengo la idea calada en mi mente de que eso no va conmigo. Y eso es lo que yo llamo ‘selectividad’, es decir, el mantener una forma de pensar cerrada de miras o limitada, y aceptar las cosas o no por simple interés o comodidad personal; porque es lo fácil y no quiero pensar más. Para mí eso es pobreza mental, hablando sin pensar, creyendo tus propias verdades,…

El grado de madurez de una persona está directamente relacionado con esa cuestión que yo llamo ‘selectividad’. En cierto modo el grado en que una persona acepta o rechaza las cosas en la vida, me sirve para poder observar cuán madura es esa persona. Según el grado de selectividad ante las cosas podemos ver el nivel de consciencia y la manera de actuar que una persona tiene en la vida; así, la falta de madurez se revela por la falta de pensamientos críticos y libres, los cuales fluyen continuamente en las personas con mayor madurez mental.

La falta de madurez mental, la falta de calma y observación, me hacen muy selectivos en ciertas ocasiones para con las cosas y que me deje llevar por la comodidad en la vida. Yo entiendo que llega a ser vergonzoso y dice muy poco de lo que tengo en la cabeza actuando por ‘selectividad’, es decir, por el hecho de reducir mis límites mentales para valorar de manera crítica y libre lo que tengo delante; todo por pura comodidad personal. Como dije antes, esta actitud me parece una postura excluyente o discriminatoria en términos de en presencia de otra gente soltar un calificativo negativo poco reflexivo, que demuestra que no queremos ver más allá de lo que estamos acostumbrados a ver. El principal perjudicado de tener una actitud tal, soy yo mismo, ya que al no probar o experimentar nuevas ideas o sabores (en el caso de la comida), me estoy perdiendo parte de lo que puedo llegar a disfrutar en la vida como ser humano; y a la vez el hecho de irme cerrando cada vez en más en las mismas ideas crea una especie de coraza cada vez mayor con el exterior, haciéndose cada vez más difícil traspasar para así poder hacer más libres mis pensamientos.

Cuando se es fiel a los dogmas y no a la razón, lo único que se hace es crear pensamientos siempre desde un mismo punto de vista, sin ver que hay más perspectivas que se pueden tomar en cuenta, sin poder experimentar pensamientos globales y plenos. Los dogmas pueden hacer que me pierda ciertas sensaciones que sí percibiría cambiando el ángulo de visión con el que observo. Así, una persona dogmática pierde gran parte de razón ante la vida, ya que no tiene la capacidad de valorar un determinado aspecto de la vida con una visión completa de la misma. En ocasiones, me frusta mucho compartir buenos momentos cuando tengo que tratar con personas que se niegan a ver más allá; simplemente no logro entender su actitud tan cómoda y que no quieran conocer todo lo que pueden llegar a hacerlo. De igual modo, muchas veces me frusto conmigo mismo por esto.

Por otro lado, está la persona que es fiel a los pensamientos, y no sólo a sus pensamientos; es decir, la persona que no es selectiva no observa por y para una única idea, sino, que es quien trata de considerar todo el contenido posible de pensamiento antes de juzgar. Se trata de ser capaz de que mis ideas sean lo más original posible, sin dar pie a verse influenciado por prejuicios. Entiendo que esto es lo que se llama libertad de pensamiento, es lo que da origen al pensamiento crítico, a las nuevas ideas; la libertad de pensamiento determinará cuánto aproveche mi capacidad de generar pensamientos. Además, descubriré que originariamente mis pensamientos no tienen por qué tener límites.

Llegado a este punto, me pregunto de dónde sale querer llevar una vida inmersa en la comodidad, que puede parecer lo mejor, pero ni mucho menos, porque como ya expliqué, entiendo que nos perdemos muchas cosas en la vida de esta forma. Cuando una persona tiene una determinada opinión sobre un tema, está dando por sentado que eso es lo verdadero, es muy difícil desprenderse de todo eso ya comprendido y abrir paso a una nueva opinión. En general, cuesta mucho cambiar de opinión porque es algo que la mente ve que pone en riesgo nuestra visión del mundo.

Desde un punto de vista más científico, la psicología moderna, mantiene que el hecho de cambiar de opinión es algo bueno para nuestra inteligencia, porque nos da plasticidad a nuestro cerebro, lo que aumenta la medida en que aprovechamos el nuestras capacidades intelectuales. A este fenómeno de experimentar nuevas realidades que activen nuestras neuronas, se lo conoce como “disonancia”.

De la misma manera que observo que todos somos víctimas de esta ‘selectividad’, provocada por la comodidad, también es cierto que dependiendo de la persona, y el grado de madurez que han alcanzado para enfocarse más en cuestiones internas y dejar lo superficial o la impresión externa que le transmiten las cosas. ¿Cuál es el factor que determina que una persona se quede en los prejuicios o por el contrario posea cierta libertad de pensamientos o inteligencia crítica? E aquí lo realmente interesante en este tema, el averiguar cómo ser capaz de cambiar de opinión y abrir la mente para alcanzar una inteligencia que funcione a un mayor nivel. Quizá todo dependa de la educación que las personas reciban; o mejor dicho, de cuán estimulada esté la inteligencia de las persona.

De opiniones de algunos filósofos españoles saco unas citas que me parecieron bastante reveladoras que pueden ayudar a entender lo que intento explicar. A un filósofo le escuche decir que, “es importante dejarse pillar a contra pie por las cosas”, lo que significa que hay que dejar que las situaciones nos sorprendan. En otras palabras, no ir con mis ideas preconcebidas por delante y considerarlas que son las únicas que muestran la verdad. Y por el contrario, considerar que es importante escuchar, y encerrarse en las propias creencias. Porque sencillamente actuando de esa manera no estoy viendo el mundo tal y como es, sino, el mundo que yo quiero ver, lo que significa engañarme a mí mismo.

Abrir la mente y contemplar la realidad desde todas las perspectivas posibles, no es la manera de crecer como persona en la vida, sino que es la única manera de lograrlo. Conocer todo lo que se me presente en la vida es de alguna manera mi tarea si quero aprovechar mi existencia en este mundo, debo acostumbrarme a "ver lo que no busco" como escuche decir al mismo filósofo que mencionaba antes.

Hay una frase que describe muy bien cuál sería la manera de vivir que me permitiría disfrutar de la vida con plenitud, y no cerrar ninguna puerta que se me abra, al igual que no dejar ninguna de las puertas que me encuentre a lo largo de la vida sin abrir, la frase dice así: "No hagas lo que ames, ama lo que haces". De alguna manera observo que debo ser un poco más humilde al enfrentar la vida, no querer contralar lo que me rodea e intentar que sea como yo quiero que sea. Esa sensación de no intentar hacerme de las cosas, sino hacerme a ellas tal y como son, acomodarme a las distintas situaciones que se me presentan, aceptar lo que se me ofrece, no ser desagradecido, considerar todas las cosas como igual de buenas y no prejuzgar sin conocer o haber querido conocer. Todo para evitar una actitud inmadura, poco racional y reflexiva, y así no despreciar las cosas.

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