EL SECRETO DE LA MÚSICA. Un vaivén constante.

Publicado en por José Augusto Salatino Indelicato

Ecedao.org
Ecedao.org

Continuando con el post anterior, con el que intentaba descubrir la música como un placer inmediato para el hombre, hay otro aspecto que me gustaría tratar sobre la música, algo que hace unos años me di cuenta.

Tuve una época en que la música lo era todo para mí, pensaba que no había ninguna otra cosa que se comparara a vivir por la música. Con lo que más disfrutaba en mis días de adolescente era escuchando y creando música. Hubo un tiempo que sobre todo disfrutaba creándola. Esto me sirvió para aprender a escuchar y analizar los sonidos y prestando más atención en la esencia de todas las canciones que escuchaba. Me preguntaba, ¿cómo puede ser que esta canción me guste tanto? ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial que la diferencia de las demás? Notaba que habían ciertas canciones que me llegaban y que otras no lo hacían. Y con música, siempre me refiero a sonidos, instrumentales y cantados, pero no al significado que tenga una letra. Entonces notaba que las canciones que más me gustaban tenían notados cambios de ritmos, intensidad o fuerza (no conozco muy bien la jerga de la música, así que voy a intentar explicarlo tal y como lo siento). Con intensidad quiero decir que veía que esas canciones combinaban partes lentas y más tranquilas, con otras con más impacto, más intensas, fuertes,... y al final daban como resultado una composición muy irregular, creada a momentos, donde se podía distinguir un cambio de intensidad que rompía con una composición monótona y repetitiva. Ese era la conclusión a la que llegaba después de intentar ver que tenían en común mis canciones favoritas en ese entonces.

Después de aproximadamente cuatro o cinco años, con esta idea todavía en mente, estaba escuchando música cuando me di cuenta que eso que pensaba sobre la intensidad iba un poco más allá. Me di cuenta que lo que hacía a ciertas canciones más pegadizas, famosas, rítmicas, perdurables a través del tiempo era esa ida y venida de la intensidad que yo creía que se producía a lo largo de una canción completa pero de manera continuada, es decir en cada verso de la canción podía percibir que había al menos un altibajo por así decirlo de intensidad. Ese juego con el ritmo, los acentos de las palabras y la melodía hacen que me enganche a la canción. Entonces, empecé a notar que cada verso se dividía en varias agrupaciones de ritmos y que cada sonido estaba directamente colocado según la combinación que formaba con el sonido anterior y posterior creando ese efecto de onda, ese vaivén de subidas y bajadas de intensidad. La repetición de un vaivén constante, ahí está el secreto de la música. Hagan la prueba y escuchen su canción favorita y noten como fluyen los cambios de nota en nota, de sílaba en sílaba.

Esto no ocurre solo con todo tipo de canciones, hasta lo podemos percibir en las grandes obras clásicas instrumentales que han perdurado hasta nuestro tiempo, ¿por qué? Por esto precisamente. Por poner un ejemplo que tengo ahora en mente, escuchen "Suite nº1" de Bach o "Tango" de Alveniz, y traten de escuchar ese encadenado que conforman los sonidos más débiles con otros más fuertes una y otra vez a cada instante a lo largo de la canción.

Reflexionando sobre esto me di cuenta que esto es algo que los que saben de música darán por sentado pero que yo había comprendido de verdad hasta que lo sentí. Estos que yo llamo segmentos, los cuales funcionan como agrupaciones de sonidos de distinta intensidad, entiendo yo que son los llamados compases en solfeo, aunque no estoy del todo seguro ya que hace mucho olvidé lo que sabía de música. Este vaivén se puede entender gráficamente como la línea que muestra la máquina que controla los latidos (__pi__pi__pi) o como muestran algunos equipos de música en sus pantallas esas barritas de colores que suben y bajan, que parecen estar descontroladas bailando al ritmo de lo que está sonando. El caso es que al igual que hay compases que contienen sonidos de intensidades opuestas que creen el efecto de "buen ritmo", también están las canciones cuyos ritmos son más monótonos y que por tanto no consiguen llegar a la gente. Lo que si estoy seguro es que en la poesía inglesa para crear un verso que tenga ritmo, los versos se dividen en "feet" y cada uno de ellos tiene unas sílabas o palabras acentuadas (tónicas) y otras con muy poco sonido (átonas). Y esto refuerza lo que intento explicar sobre la música, es decir, que dos o más sonidos contiguos se combinan perfectamente por el hecho de tener una intensidad opuesta, fuerte-debil/debil-fuerte. Es el yin y yang en el que vivimos inmersos en este mundo, que como puedo comprobar también es necesario en cada segundo en la música.

Otra vez me ha ocurrido que he llegado a entender algo que forma parte de mi mundo, a través de la observación y la reflexión. Todo lo que queramos saber ya lo sabemos, solo necesitamos sacarlo a la luz. No dejemos de pensar, y afirmar y memorizar lo que otros dijeron, intentemos verlo por nosotros mismos, al final llegamos al mismo punto, sí, lo sé, pero por experiencia propia puedo asegurar que la sensación de saber algo que has comprendido por ti mismo no es comparable al hecho de tener conocimiento de un hecho porque alguien lo pensó un día y ahora te limitas simplemente memorizarlo o aprenderlo de manera superficial sin comprenderlo de verdad.

Con esta frase de Eugenio Trías me concluyo mi post y me despido hasta la próxima: "La música es la encarnación misma del habitar en el límite."

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post