VEGANISMO. Consciente pero consecuente.

Publicado en por José Augusto Salatino Indelicato

(Vivalebio.com)
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Hace un tiempo escribía sobre mi experiencia con el vegetarianismo, cómo a lo largo del 2014 mi forma de entender mi vida fue cambiando. Pasar de ser un carnívoro que devoraba sin pensar, a tomar consciencia de lo que suponía comer carne. Pasar de una dieta en la que incluía todo tipo de carnes a una dieta hovo-lacteo vegetariana fue resultado de tomar consciencia de lo que era la macro-explotación, de empatizar con el sufrimiento animal y de pretender ser consecuente con las “bonitas” ideas que había tenido siempre de no buscar causar daño a los demás.

Mi vida dio un vuelco, de omnívoro a vegetariano, mi manera de sentir a los demás era distinta, empatizar mejor con todos, comprender lo que los demás sienten, entiendo que ahí es donde noté más el cambio; a mejor claro. En mi anterior post sobre el vegetarianismo no me atreví a escribir sobre mis ideas veganas, no estaba preparado todavía. Como en todo proceso, se pasa de un nivel a otro; así ahora entiendo yo que ocurre con la consciencia, o madurez, humana. Cuando comía carne yo mismo reconocía que los vegetarianos eran consecuentes con sus pensamientos “radicales”, ya que si defendían el no maltrato y sufrimiento animal no podían seguir apoyando a la industria que causa tanto mal a los animales consumiendo carne. Lo sabía, sabía que si un animal humano o no humano recibía algún tipo de maltrato físico o psicológico, ese animal sufriría; pero, aún sabiéndolo yo no sentía la necesidad de dejar de comer carne. Recuerdo que con esas mismas palabras se lo expliqué una vez a mi papá. No fue hasta después de unos meses que no sentí la necesidad de cambiar mi alimentación, hacía una que respetara la vida de los demás, o al menos no apoyar a aquellos que no la respetaban. Sentí que alcanzaba una comprensión mayor de lo que antes entendía. Era más consciente de lo que era antes al respecto. Así, siendo vegetariano pasé siete meses hasta que sentí la necesidad de avanzar en el camino de la coherencia.

Digamos que tras varios meses siendo vegetariano, mi desagrado por la carne y todo lo que ella escondía, empezaba a pensar en lo consecuente que eran los veganos y cómo yo en ese momento no lo estaba siendo. Yo no comía carne, pero consumía lácteos, huevos, tenía prendas de ropa hecha con las pieles de otros animales, y aún sabiendo lo que había detrás de ello, volvía a reconocer la misma sensación de incoherencia de mis actos que sentía cuando siendo carnívoro observaba a los vegetarianos. Ahora veía a los veganos y me decía, es que no tiene sentido defender los derechos de los animales medias, es decir, no apoyar la industria de la carne, pero sí la de la leche o la de las pieles, industrias que atentaban de igual manera con crueldad contra el bienestar animal. Recuerdo, al igual que un año atrás le explicaba a mi papá, estar explicándole a mi tía en qué consistía ser vegano, y cuando se lo contaba iba cayendo en la cuenta de lo ilógico de mis hábitos como vegetariano, pensando cómo ya lo hacía con respecto al sufrimiento animal. Tuvo que pasar aproximadamente un mes para que sintiera la necesidad de dejar de consumir productos lácteos y huevos. Después del cambio que iba experimentando en mi propia piel, entendía que todo consistía en un proceso de ir tomando consciencia paulatinamente, haciendo caso de lo que sentía en cada momento.

Después de sentir la necesidad de ser vegano, mis nuevos hábitos de vida fueron cobrando poco a poco más y más sentido. En estos cinco mes que llevo no consumiendo productos de origen animal, muchas han sido las explicaciones que he dado a aquellas personas que me han pedido explicaciones por mis ideas. Yo les digo que es un camino de consciencia que hay que realizar, que el cambio es una necesidad y que cada uno necesita su tiempo para querer cambiar.

El proceso de crecer en consciencia del que hablo se produce por el desarrollo del sentido de la empatía de cada uno. Te haces vegetariano primero y luego vegano, porque no soportas ser cómplice de aquellos que perpetran el sufrimiento de tus iguales. Viendo imágenes y vídeos te intentas imaginar el dolor que esos otros animales pueden estar sintiendo, y no concibes otra opción que hacer algo para que no siga ocurriendo, o al menos no formar parte de ello. Y digo que intentas imaginar porque en realidad es imposible saber cómo me sentiría despellejado de arriba a abajo, de pies a cabeza y seguir, y seguir consciente. Yo no puedo, sino más que sentir un escalofrío de pena y tristeza por lo que están viviendo esos animales inocentes. La vacas lecheras tienen una vida más lamentable si cabe que aquellas que son criadas solamente para producir carne, porque las vacas lecheras aparte de estar toda la vida enjauladas o en unas condiciones que no son las naturales, viven con mangueras enchufadas a la ubres. Las vacas son hormonadas para que sus periodos de lactancia se prolonguen por mucho tiempo y así explotarlas al máximo. Además hay vídeos donde se ve como las vacas tienen en uno de sus costados un orificio tapado por una tapa de plástico, por el cual los que operarios acceden directamente a uno de los estómagos del animal para extraer muestras o introducirles ciertas sustancias.

Como decía antes, muchas han sido las ocasiones que me ha pedido explicaciones de mis hábitos, poco comunes por desgracia, y que tras intentar hacerme entender me han preguntado algo como: “Está demostrado científicamente que las plantas sufren, ¿¡por qué sigues comiendo plantas!?” Bueno, yo creo que la naturaleza así lo ha dispuesto. Los animales no empatizan con las plantas, ya que pertenecen a reinos diferentes. Los animales compartimos sentidos, como la vista o el tacto por ejemplo. Esto hace que entre iguales podamos ponernos en el lugar del otro e imaginar lo que el otro está sintiendo. Los animales tenemos un cerebro que junto a un sistema nervioso nos permite sentir dolor. Yo puedo imaginar el dolor que siente otra persona, un perro o una vaca cuando le cortan una pierna, porque sí ellos sienten como yo, yo me puedo poner en su lugar. Esto no ocurre con las plantas, los animales y las plantas no compartimos sentidos, y en caso de que un científico mire por un microscopio y concluya que las plantas sufren, yo, como animal, no puedo empatizar con una lechuga, o una lenteja, el sufrimiento que yo experimento como animal no tiene nada que ver con el que supuestamente pueda sentir una planta; biológicamente somos distintos.

Dándole vueltas a esto, entiendo eso que dicen “la naturaleza es sabia”, porque el animal al no poder empatizar con los vegetales, se ve invitado de manera natural a disponer de ellos como alimento.

Por lo tanto, cuando alguien me pregunta por qué como plantas, la respuesta es tan sencilla como preguntar: Y tú, sabiendo perceptual, experimental, y si cabe, científicamente que si a un animal, o a ti, te cortan una pierna sentirías dolor, ¿por qué sigues comiendo carne? Yo puedo saber que las plantas sufren porque un biólogo me lo diga al mirar por un microscopio, pero si yo no puedo entender cómo sufre una planta no puedo empatizar con ella, y en cambio mis sentidos están naturalmente dispuestos para que sí lo haga con otro animal. Por esta razón, digo que es un proceso de consciencia, porque aunque sepamos y tengamos conocimiento de qué es lo que ocurre, no es hasta el momento en que empezamos a comprender de verdad lo que están viviendo los demás, que no sentimos la necesidad de cambiar. Yo por el momento, no siento la necesidad de dejar de comer plantas aunque científicamente se baraje la posibilidad de que estas sufren.

Para concluir, también quiero decir algo más sobre el dilema sobre el matar a las plantas para alimentarnos. Entiendo que se reduce el daño que podamos provocar a otros seres cuando nos alimentamos sólo de plantas, ya que si matamos a un animal que tiene que matar a otros animales para sobrevivir, que su vez esos animales tienen que matar a plantas para sobrevivir también, el daño final que se hace es mayor que si sólo matásemos nosotros mismos unas plantas y nos las comiésemos; nuestro bocado no estaría cargado de tanto sufrimiento.

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